Es impactante oir y ver cómo Dios ha rescatado de las garras del pecado a gentes que la sociedad ha marginado, familiares han desechado y nadie había visto posibilidad alguna de un cambio positivo en sus vidas. Pero es digno de resaltar el  testimonio de aquel que se ha guardado para Dios durante toda su vida sin permitir que la carne se enseñoree de sí, ni que el mundo le marque, ni el diablo haga estragos en su vida. Todos tenemos que vivir la experiencia del nuevo nacimiento, pero no es necesario dejarse llevar por la corriente del mundo, para que, como el hijo pródigo, desee comer algarrobas con los cerdos para conocer a Dios. Es bienaventurado aquel que ha permanecido fiel a Dios siempre. Si eres uno de esos y estás siendo influenciado y tentado para probar lo que el mundo ofrece ... NO LO HAGAS ... Allá lo que te aguarda es, tristeza, sinsabores, frustración, remordimiento, dolor, desilusión y desesperación. No cambies la miel por el ajenjo. Mantén tu mirada en el Admirable y huye de todo aquello que pueda suponer tropiezo en la relación con tu Dios. ¡Eres bienaventurado!