Al que cree
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para Dios

 

Sellados con el Espíritu Santo

Cuando creemos en Jesús y pasamos a ser hijos de Dios, somos separados y marcados como propiedad suya. Es el Espíritu Santo de Dios el sello que nos distingue, haciendo de nuestro cuerpo su morada permanente; es mi cuerpo y es tu cuerpo el templo del Espíritu Santo, si es que has aceptado a Jesús como tu Seńor y Salvador. "Si te has unido al Seńor ... un espíritu eres con Él." 1Cor.6:17. A este Consolador que es el Espíritu Santo, el Espíritu de verdad ... el mundo no lo puede recibir, porque no le ve ni le conoce, pero nosotros le conocemos, porque mora con nosotros y está en nosotros. Juan14:17.

No sé cómo fue tu experiencia;  la mía fue inesperada, hermosa, única; no encuentro las palabras adecuadas que puedan describirla, pero,  jamás podré olvidarla. En un instante realicé que el Espíritu Santo que, por ańos le había ligado a la Trinidad como un dato religioso más, de pronto y sin esperarlo, se hizo real en mi vida haciendo diferencia en mi caminar para siempre. Es una vivencia alta,  valiosa y necesaria que se realiza tan pronto le damos, sin reservas, el corazón a Jesús. Es el don y regalo de Dios para sus hijos, sin que lo merezcamos. En las altas o en las bajas, en la bonanza o en la tormenta, en el bienestar o en el malestar ... es el Espíritu Santo, nuestro Ayudador ... el sello indeleble que nos recuerda que somos propiedad de Dios; pueblo suyo somos y ovejas de su prado. "Hemos sido comprados por precio; glorifiquemos, pues, a Dios en nuestro cuerpo y en nuestro espíritu, los cuales son de Dios". 1Cor.6:20.

ˇAbba, Padre!

Gracias, porque en el instante en que me convertí en tu hijo(a), Tú me sellaste con tu Espíritu Santo, el cual, desde entonces, vino a morar en mí, haciendo de mi cuerpo su templo. Gracias por el maravilloso Espíritu Santo que me ayuda en mi debilidad;  es mi Consolador, es el que me dirige para que pueda yo hacer las cosas como a Tí te agradan, e intercede por mí conforme a tu voluntad. No permitas que lo contriste dejándome llevar por mi propio corazón, ni que lo apague no tomándole en cuenta. Recuérdame siempre que yo no he recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Tí, para que sepa lo que Tú me has concedido. Enséńame a conocer a tu Espíritu Santo y  a permanecer en comunión con El en todo tiempo y en todo lugar. Lléname de tu Espíritu cada día. Te lo pido en el nombre de JESUS, y te doy gracias, AMEN.

Efesios 4:30, Romanos 8:26-27, 1 Corintios 6:19, 1 Corintios 2:12

 

 

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